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A escasos 56 km de Puerto Madryn, ciudad argentina perteneciente a la provincia de Chubut, se encuentra el acceso a la reserva natural Península Valdés.
La fauna, flora y condiciones geográficas de la región representan un atractivo singular para los viajeros del mundo que llegan a este bello sitio declarado patrimonio de la humanidad hace 21 años, el área natural protegida Península Valdés, que comprende su espacio terrestre, aéreo y una franja de tres millas marinas a su alrededor.
En temporada de ballenas, entre junio y diciembre, es recomendable emprender un tramo por la ruta provincial número 4, aprovechando la oportunidad para un primer avistamiento de ballenas en la playa el Doradillo, la cual es un área natural de reproducción. En esta zona a demás se encuentra la red de productoresy artesanos locales que ofrecen sus productos para comprar algo autpentico y único.
La península recibe la mayor cantidad de población de ballenas francas australes, Son mas de dos mil, que se encuentran catalogadas por el Whale Conservation Institute y el Ocean Alliance establecimientos encargados del cuidado de estos mamíferos y de la conservación y control de su entorno.
Pero este sector no es solo de ballenas. Existe una fauna variada para disfrutar, lobos, elefantes marinos, pinguinos, liebres patagónicas, guanacos, zorros grises, avestruces patagónicas, zorrinos, y armadillos, entre muchas otras especies existentes.
Desde Puerto Madryn luego de transitar 77 km y pagar el ingreso a la reserva, podemos arribar al istmo Carlos Ameghino, estrecha franja de tierra desde la cual se puede apreciar el golfo San José y el golfo Nuevo, pudiendo visitar el centro de interpretación que nos permitirá informarnos adecuadamente sobre atractivos naturales e historia de la Península Valdés y demás puntos turísticos de la zona.
Aproximadamente a 5 km de este lugar, descendiendo por camino de ripio, se ubica la isla de los pájaros, situada sobre el golfo de San José. En tanto, unos 25 km más adelante se encuentra la villa balnearia Puerto Pirámides, donde podremos realizar avistamiento de fauna, paseos náuticos (avistaje de ballenas de junio a diciembre y de delfines de diciembre a marzo). Se recomienda la visita a la lobería de Punta Pirámides, colonia de reproducción de lobos marinos que puede ser visitada entre diciembre y marzo por vía marítima y terrestre.
El avistaje de ballenas embarcado puede ser de dos maneras: la tradicional en gomones o catamaranes pequeños, o bien en el Yalow Submarine que permite disfrutar tanto por arriba como por debajo del mar con sus vidriadas ventanas, una experiencia inolvidable sin dudas.
El recorrido continúa por El Gran Salitral (que están entre las mayores depresiones de América), los apostaderos costeros de elefantes marinos en Punta Delgada (en invierno), Caleta Valdés y Punta Cantor (todo el año), además de llegar al Faro de Punta Norte en la temporada de Orcas (verano).
Cerca a Punta Norte podemos recorrer la Estancia San Lorenzo que en sus costas alberga y protege una colonia de 600.000 de pingüinos de Magallanes, hermosos ejemplares que llegan a sus costas de septiembre a marzo para reproducirse. Se puede almorzar y pasar la tarde visitando la pinguinera o bien haver noche para vivir la estepa patagónica con todo su esplendor, mirar el cielo estrellado más profundo de sus vidas y sentir el mar golpear las costas de este paraíso.
Para los más activos y curiosos desde Puerto Madryn se puede realizar buceo o snorkel entre lobos marinos, asi como tambien kayak para quienes no desean zambullirse en las aguas cristalinas pero bastante frías del golfo. De todos modos el traje de neopreno no falta en estas latitudes, teniendo así una experiencia que cuesta ponerla en palabras, hay que vivirla.
Antes de iniciar el recorrido completo por este centro turístico, es importante abastecerse de combustible y agua potable para poder vivir esta experiencia sin sobresaltos. Vivir la Península Valdés es conectarse con la vida, con uno mismo, con lo importante. Para ello es necesario ir con mucho respeto, tratar de vivirla en silencio o al menos en modo contemplación para no perder la escencia y sentir la magia que nos regala este lugar en el mundo.
Visitar una reserva significa no dejar nada nuestro allí, todo lo que va vuelve con nosotros, incluso la basura de la que debemos ser responsables. Recomendamos no usar plasticos de un solo uso, llevar una botella recargable de agua. No tocar nada, ni la flora ni la fauna, ellos son felices allí donde están y si cada vez son más es porque aquí se entendió que no hay que intervenir.